miércoles, 23 de diciembre de 2009

THE LANGUAGE OF MODERN ARCHITECTURE

EL LENGUAJE MODERNO DE LA ARQUITECTURA

Ensayo: Arq. Augusto Reyna S.; Arq. Jorge Villavisencio O.


LAS SIETE INVARIANTES DE LA ARQUITECTURA MODERNA

El presente trabajo describe y critica la propuesta de Bruno Zevi de encontrar siete características invariantes de la arquitectura moderna, entendida como antítesis del clasicismo academicista imperante en Europa desde el Renacimiento hasta principios del siglo XX.

1. El elenco como método proyectual:
Según este principio, todo componente o elemento arquitectónico (que configura el lenguaje) debe nacer de consideraciones especificas, según el análisis de los diferentes aspectos que configuran la arquitectura y el urbanismo, sean formales, funcionales o de otra índole. Como consecuencia inmediata, este método rechaza toda elección formal a priori, incluyendo el lenguaje clásico de la arquitectura tradicional, ya preestablecido por la historia.

2. Asimetría y disonancia:
La segunda invariante, según Zevi, propone la utilización de la asimetría y disonancia como principio inmutable en la composición arquitectónica. Contra la rigidez, el orden y el convencionalismo de la arquitectura clásica imperante principalmente en Italia, se presenta como paradigma histórico la arquitectura Gótica, rica en expresión formal y simbolismo, en donde el proyecto nace del evento mismo y no de la proyección geométrica nacida de instrumentos fríos y racionales.

3. Tridimensionalidad antiperspectivada:
Continuando con el criterio de la segunda invariante, el autor defiende la flexibilidad del diseño tridimensional que supera el punto de fuga central utilizada desde el Renacimiento como método no sólo gráfico, sino muchas veces proyectual. La idea de simetría bidimensional en las edificaciones se traslada a nivel volumétrico y urbano.

4. Sintaxis de la descomposición cuatridimensional:
La cuarta invariable se relaciona con el dinamismo espacial resultante de la explosión multidimensional del espacio estático tradicional. La dinámica se refuerza con las fugas visuales y las entradas de iluminación, ambas producto de la descomposición de los elementos configuradores del espacio. Como ejemplo, el autor hace referencia a la nueva estética planteada por la escuela holandesa de principio de siglo XX, en la cual la variable temporal cobra importante sentido.

5. Estructuras en voladizo, laminares y membranas:
Bruno Zevi plantea como la quinta invariante de la arquitectura moderna aquellas estructuras que rescatan las diferentes soluciones concretas de las nuevas formas de visualizar y realizar la arquitectura, por medio de la tecnología, tanto en el aspecto técnico constructivo, como


6. Temporalidad del espacio:
La noción de recorrido como elemento característico del lenguaje moderno de la arquitectura. El recorrido permite penetrar el espacio, celebrar lo vivido, y le da al factor sorpresa una connotación especial, ya que incentiva el descubrimiento y asombro de los hombres hacia el mundo. La arquitectura deberá presentarse de manera indirecta, y el usuario deberá movilizarse para consumirla en su totalidad.

7. Reintegración de edificio-ciudad-territorio:
El último invariable que propone el autor se relaciona con dos de los conceptos tratados anteriormente: temporalidad y dinamismo. La idea de descomposición volumétrica y espacial adquiere una escala mayor, utilizando el mismo mecanismo para la articulación entre espacios y, complementándose con el carácter temporal de la experiencia dinámica, se expande en todos los vectores y direcciones, ampliando su escala hacia la ciudad, interrelacionando experiencias espaciales, hasta completar un sistema de sensibilidad espacial que conforma el territorio.

La propuesta de Zevi se encuentra en sintonía con la primeras intenciones de sistematizar el lenguaje de la arquitectura moderna producida por la exposición “International Style: Architecture from 1922” realizada en el Museo de arte moderno MOMA en Nueva York por Henry-Rusell Hitchcock y Philip Jhonson.1 En ésta, se pretendió esbozar las primeras invariantes del lenguaje moderno de la arquitectura:

Una determinada arquitectura cúbica y lisa,
De fachada blanca o paramentos de metal y vidrio,
Planteamientos funcionalistas y simples,
La arquitectura como volumen,
Juego dinámico de planos más que como masa,
Predominio de la regularidad en la composición, sustituyendo la simetría axial académica, y
Ausencia de decoración añadida que surge de la perfección técnica y expresividad del edificio a partir del detalle arquitectónico y constructivo.

Como vemos, las primeras invariantes propuestas describen el panorama arquitectónico moderno de las primeras décadas del siglo XX.

Ya a principios de los años setenta, dicho panorama resulta mucho más amplio, y la propuesta de Zevi engloba muchas arquitecturas disímiles, configurando unas invariantes más generales y menos rígidas.

La particularidad de esta propuesta es su carácter eminentemente anticlasicista, definiendo el lenguaje moderno de la arquitectura no tanto por lo que debe tener, sino por lo que no debe.


1 Josep María Montaner, “Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo XX”, Editorial Gustavo Gili, Barcelona 1993, pag 13.
2 Josep María Montaner, op. cit., pag 13.


CRÍTICA A LA TEORÍA DE BRUNO ZEVI

Esbozaremos una crítica general, de fondo, a la teoría estructuralista de Bruno Zevi, para luego abocarnos a comentar algunas invariables en particular.

El academicismo y la muerte de la arquitectura moderna.
La principal crítica a este tipo de propuesta estructuralista es la confianza en querer sistematizar un código arquitectónico, de aspirar a una lengua y desconfiar en el habla, en términos lingüísticos propuestos por Ferdinand de Saussure.3
El motor principal de la modernidad en arquitectura, y las artes en general, es su carácter experimental y libre, es la búsqueda constante de una nueva manera de hacer arte y arquitectura, atendiendo al cambio necesario y obligado acorde con la nueva sociedad y el nuevo hombre naciente.

Esta complejidad moderna produjo toda una sintaxis arquitectónica variada y espontánea4 que, de ser convertida en lengua, debió seguir la evolución naturaleza y orgánica de consolidación, como cualquier lenguaje hablado. Bajo esta realidad, el esfuerzo por re-semantizar el lenguaje moderno de la arquitectura lleva justamente a los fines que la misma modernidad rechaza: un lenguaje preestablecido, definido y convertido en norma.

Así, el nuevo academicismo pretendido con el establecimiento de invariantes arquitectónicas genera, a la vez que un lenguaje sólido vigente capaz de trascender, el fin del mismo, ya que ataca la esencia misma de la modernidad, que es contradictoria, compleja y libre.

El fundamentalismo anticlasicista
La propuesta de Zevi trabaja sobre una premisa específica: definir lo moderno como ausencia de lo antiguo. Más allá de establecer lo que aparece en el amplio lenguaje de la arquitectura moderna, el autor define sus invariantes estableciendo una dialéctica con la tradición clásica, definiendo lo que la arquitectura moderna no debe hacer en función a su opuesto historicista.

1. Pero esta visión negativa, tajante, de una animadversión casi personalizada y traumática del clasicismo no es compartida ni por los pioneros ni por los creadores del lenguaje moderno (entendiendo el lenguaje moderno desde el modernismo decimonónico, el racionalismo y organicismo producido en la primera mitad del siglo XX hasta las propuestas postmodernas y divergentes actuales).

2. Una rápida lectura de “Hacia una arquitectura” de Le Corbusier nos da un panorama claro con respecto a la desconfianza del código clásico en pos de una estética austera y funcionalista, pero a la vez tenemos como grandes ejemplos de orden y proporción a varios

3 Sus análisis semióticos tienden a desarrollarse en términos de pares opuestos: entre otros, los estudios lingüísticos pueden ser diacrónicos (históricos) o sincrónicos (sobre un momento concreto), el lenguaje puede considerarse como lengua o como habla, es decir, como el conjunto global de reglas sintácticas y semánticas de una lengua determinada o atendiendo a sus manifestaciones individuales. En Ferdinand de Saussure, “Curso de lingüística general”, Editorial Losada, Buenos aires 1945.


4 Como ejemplo tenemos a las vanguardias artísticas de principios del siglo pasado, que con un mismo espíritu propuso estéticas distintas y novedosas, así como propuestas individuales de arquitectos como Antoní Gaudí, Adolf Loos, Frank Lloyd Wright, entre otros.
edificios clásicos, destacando principalmente el Partenón, tal vez la imagen más clara para entender la importancia y trascendencia de la tradición clásica, comparada en el caso de Le Corbusier, con la eficacia y belleza de las máquinas modernas.

Otro ejemplo de no menor importancia es la obra de Mies Van Der Rohe. Edificios como el Seagram en Nueva York o el Neue Nationalgalerie en Berlín muestran una propuesta estética y técnica eminentemente modernas, y ambos edificios contienen elementos clásicos tales como la simetría, el orden regular y elementos rítmicos y proporcionados.

Mies Van der Rohe, Neue Nationalgalerie en Berlín

¿Clasicismo, modernidad, o ambos?

Mies Van der Rohe, rascacielo Seagram en New York
Al ver estas imágenes, ¿En dónde empieza la modernidad y termina el clasicismo? ¿Pueden convivir ideales clásicos y modernos en un solo proyecto? La obra de Mies ejemplifica cómo la fuerza esencial de la composición clásica trasciende sus elementos específicos (sintaxis), logrando armonizar un lenguaje eminentemente moderno como en estos ejemplos.

El elenco como método proyectual:
Si bien es cierto que la arquitectura debe estar resuelta sobre fenómenos particulares, con su consecutiva aplicación singular estética, en su lenguaje, la arquitectura y el urbanismo deben estar abiertos para todo tipo de conceptos, tendencias y definiciones. La idea del elenco es una de ellas, como herramienta de aprendizaje, pero no es determinantes para el proceso proyectual.

El rechazo a priori de toda elección formal en la sintaxis proyectual no puede ser determinante, ya que nuevas ideas contemporáneas con sus respectivos procesos rescatan conceptos de orden formal en la historia de la arquitectura. El concepto de “homotecia” presentado por Benoit Mandelbrot en sus teorías sobre geometría fractal es un claro ejemplo de formalismo a priori, más allá de si las formas son históricas o no5.

5. Ver este tema bajo el título de Arquitecturas del caos, en Josep María Montaner, “Las formas del siglo XX”, Ediciones Gustavo Gili, Barcelona 2001

Asimetría y disonancia:
Los volúmenes, las formas geométricas clásicas o no clásicas, el orden o desorden son parte de una lógica proyectual; la idea del significado está en la subjetividad, voluntad e intencionalidad de cada profesional de la arquitectura, urbanismo y del arte. Dentro de las opciones de expresión se encuentra el concepto de simetría y armonía y, según la propuesta proyectual, esta herramienta de diseño podrá ser utilizada, y tendrá el valor correspondiente al concepto del diseño.

Tridimensionalidad antiperspectivada:
Según Panofsky6, la perspectiva representa la concepción espacial de la cultura del Renacimiento. Esto implica no una limitación dada por la técnica, sino una correspondencia entre concepto y método de representación. Sólo cuando el concepto espacial cambia, es acompañado por una nueva técnica de representación. Las distintas lógicas proyectuales modernas y contemporáneas determinarán si es necesario utilizar como mecanismo compositivo la perspectiva central o el espacio estático.

Si revisamos proyectos de principios de siglo XX en adelante, podremos encontrar (nuevamente Mies nos sirve como ejemplo) esta experiencia estática en la arquitectura moderna.

Para una visión dinámica, la tecnología actual permite obtener diferentes ángulos de observación de la obra (herramientas computarizadas, visualización en 3D). Lo que sí es racional y necesario es encontrar el equilibrio entre el proyecto arquitectónico o urbanístico y en la concepción de la localización de su entorno (terreno o áreas), para no forzar una lógica estática o regular sobre una preexistencia irregular o dinámica.

Como anécdota, la disposición de los edificios en la Acrópolis (el gran ejemplo clásico) contempla esta percepción tridimensional antiperspectivada.

Sintaxis de la descomposición cuatridimensional:
Este nuevo lenguaje es oportuno para expresar, entre otras cosas, el concepto de relatividad y la introducción del espacio-tiempo en la arquitectura. La crítica estaría en consonancia con la del punto anterior. La importancia en los efectos visuales en sus entradas de iluminación y ventilación alternativas a las clásicas son importantes, pero es necesario observar el lugar, ciudad o territorio (factor climatológico, medio ambiente, etc.) donde se plasmará la obra.

Estructuras en voladizo, laminares y membranas:
Las nuevas técnicas constructivas permiten experimentar con nuevas formas arquitectónicas (plegaduras, tensionadas, laminares y membranas) así como innovar con formas tradicionales (la regularidad de los voladizos). Tal vez en este punto Zevi pueda estar en completa razón con la producción arquitectónica del siglo XX. La relación entre forma-estructura es crucial para entender la nueva estética de la modernidad, en todass su vertientes.

Temporalidad espacial:
Nuevamente entra en resonancia el tiempo como un factor determinante en el lenguaje moderno de la arquitectura. Mas, si se trata de desdeñar a la arquitectura clásica, podemos encontrar en sus mismas raíces este tipo de experiencia: Sumándose al ejemplo de la Acrópolis, tenemos el altar de Zeus en Pergamo, en donde el gran estereóbato nos obliga al movimiento ascendente de sus escaleras, otro ejemplo es el templo romano de la fortuna primigenia en Palestrina, en donde un solo edificio es fragmentado por medio de patios y circulaciones, enfatizando la percepción dinámica del edificio clásico.

Altar de Zeus en Pergamo, período Griego helenístico

Templo de la fortuna primigenia en Palestrina

Reintegración edificio-ciudad-territorio:

Nuevamente Zevi plantea esta utopía que pudo ya visualizarse en la continuación renacentista de las propuestas urbanísticas barrocas, en donde el criterio compositivo de un edificio se traslada a la ciudad. Y aunque el criterio dinámico y temporal de esta última invariable no aparece en el ejemplo urbanístico barroco, podemos intuir en proyectos como la plaza del capitolio en Roma, de Miguel Ángel, o la plaza de planta oval de Bernini en el Vaticano, un ligero criterio de movimiento y dinamismo, siempre bajo el concepto de integrar o prolonga, la arquitectura a la ciudad.

Conclusión:
Esperamos que en el presente documento no hayamos forzado tanto los conceptos modernos como la arquitectura clásica, pero podemos concluir que, si bien las invariantes mencionadas por Zevi son constantes en el lenguaje moderno, no excluyen algunos principios compositivos que aparecen en la arquitectura, sea antigua o moderna. La complejidad de la modernidad, sobre todo en los años setenta, no acepta ciertas negaciones a ideales clásicos, presentes en todo momento y universalmente aceptados. Y es extraño que este anticlacisismo venga de un historiador que proviene del país “clásico” por excelencia.

Lima, 12 de Mayo de 2008.

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